Después de los excesos de la dictadura santannista y las batallas de la guerra de Reforma, México se encontraba en bancarrota sin poder saldar sus deudas con los países acreedores.
En 1862 las armadas de España, Inglaterra y Francia desembarcaron en Veracruz dispuestas a cobrar sus préstamos. Después de negociar con el representante de México España e Inglaterra se retiraron.
Napoleón III, Emperador del Segundo Imperio Francés quería establecer una monarquía favorable para Francia, y asimismo, quería disolver el Gobierno Constitucional Mexicano.
Las fuerzas francesas al mando del general Lorencez se componían de (7.000) siete mil soldados que salieron hacia la ciudad de México.
El Presidente Juárez le dio la orden al General Ignacio Zaragoza de detener el avance de las fuerzas armadas francesas en los fuertes de Loreto y Guadalupe cerca de la ciudad de Puebla. Zaragoza contaba con sólo (2,000) dos mil hombres.
El 5 de mayo de 1862, los cañones resonaron y los rifles dispararon y más de (1,000) mil soldados franceses cayeron muertos. Los mexicanos habían ganado la batalla, pero no la guerra. Sin embargo, esta fecha es la que simboliza el valor mexicano ante una armada tan formidable.
Derrotadas en la batalla de Puebla, se refugiaron en Orizaba mientras esperaban refuerzos para proseguir la ofensiva. Mientras tanto, Luis Bonaparte, el ambicioso sobrino de Napoleón I, se alió con grupos de conservadores mexicanos para imponer un rey europeo en el país.
Para junio de 1864, Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota (austriacos) llegaron a la ciudad de México para tomar posesión del recién formado Imperio Mexicano y fueron coronados como el Emperador y la Emperatriz de México.
Los republicanos, al mando de Benito Juárez, no aceptaron la intervención extranjera. Se refugiaron en el norte del país y les pidieron ayuda a los californianos y a otras sociedades mexicano-norteamericanas con financiamiento y voluntarios para la lucha.
Estados Unidos al término de su guerra civil, presionó a Francia para que se retiraran. El retiro de las fuerzas francesas en 1867 fue obligado. Maximiliano, indefenso, tuvo que recurrir a sus antiguos aliados conservadores, los generales Miramón y Mejía, pero ya era demasiado tarde.
Derrotados en Querétaro, fueron fusilados en el cerro de las Campanas.
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